Justicia, Orden, Progreso, Paz y Amor.
   
El Ata�d.
 

�Se han cuestionado ustedes, alguna vez, cu�les son los peores temores que los atormentan? Pues yo tengo varios, y uno de ellos es el de ser enterrado vivo bajo pretexto de creerme muerto. Esta posibilidad no es del todo alejada y, ciertamente, a cualquiera de nosotros podr�a tocarle. No en vano en Inglaterra, a fines del siglo XIX, a los ata�des se los enterraban no sin antes tomar algunas precauciones: al alcance de la mano del "muerto" se dejaba un cordel, el cual, al ser jalado activaba un mecanismo por medio del cual una banderola, la que en condiciones normales - o sea cuando el muerto le hace honor a su calificativo - estar�a horizontal, se eleva apuntando al cielo; en aquellos casos el cuidador del cementerio tendr�a que extraer el f�retro para rescatar al resucitado...
Tengan miedo, amigos m�os, del momento en el que se sumerjan en un sue�o tan profundo, que de �l se despertaran s�lo para retornar a la m�s horrible de las pesadillas que sus cerebros puedan maquinar. Existen casos catal�pticos por los cuales el organismo disminuye su metabolismo al m�nimo, de modo tal que si no se realizan ciertas pruebas antes del entierro, una persona podr�a ser enterrada viva. Supongamos que te llegaran a enterrar vivo: de pronto despertar�as, como si amanecieras en tu a�orado lecho; mas, sin embargo, en lugar de ver al bello astro rey resplandecer por tu ventana, s�lo distinguir�as la horrible oscuridad en medio de las tinieblas. Todav�a sin comprender, te alzar�as y tu cabeza chocar�a contra el vidrio que media entre la tapa y el cad�ver. Sangrante tu frente, te dar�as cuenta de que tus movimientos est�n limitados en cualquier sentido. En medio de las impenetrables sombras, gritar�as clamando auxilio, el que, para tu desgracia, jam�s ser� siquiera imaginado. Despu�s de esta fase, en la cual te dar�as cuenta de tu desesperada situaci�n, intentar�as salir de tu infeliz cautiverio mediante la fuerza bruta: violentas sacudidas, brutales golpes al techo, fren�ticas convulsiones... pero nada. Te cansar�as en menos tiempo del que tu creyeras y, finalmente, v�ctima del sofoco producido por la ausencia de ox�geno, consumido mayormente en tu in�til bravata, te sumir�as en el sue�o del cual jam�s tuviste que haberte despertado. Mientras la muerte te acurruca en sus maternales brazos, recordar�s los �ltimos momentos de tu feliz y tranquila vida, de tu familia; remembrar�s las circunstancias que te condujeron a tan fatal destino y querr�s no haberte levantado el d�a de tu "muerte". Claro, esto te acaecer�a si tu sepelio hubiese ocurrido en un cementerio como el General. Porque si te enterraran en uno como el Parque del Recuerdo, ten por seguro que tu apasionada agon�a ser� m�s r�pida e intensa, ya que, literalmente, no podr�s ni sentarte. S�lo en las tinieblas, mirando hacia un inexistente arriba, esperar�as la muerte por asfixia, en el mejor de los casos.
Para ilustrarte de mejor manera las sensaciones y circunstancias que rodean a estos tristes fen�menos, te narrar� mi caso personal, acontecido antes de reencarnarme en el cuerpo del cual ahora usufructo para escribir, por ejemplo.
Corr�a el a�o de 1767. Yo era un jesuita que viv�a en Chile, y est�bamos a punto de ser expulsados por ordenanzas del rey espa�ol Carlos III. Junto a mis hermanos de la orden, y fruto de a�os de denodados esfuerzos, logramos amasar una gran fortuna, tanto en Espa�a como en Am�rica. El asunto es que nos quer�an expulsar, y todas nuestras pertenencias quedar�an para la aristocracia y para la corona.
Despu�s de muchos a�os de una ag�nica lucha para impedir que los reales designios se cumpliesen, el gobernador de Chile de aquella �poca resolvi� consumarlas. Posterior a la ejecuci�n de tan violenta medida, nos exiliar�an - no preenjuiciarme por el t�rmino - en Italia. Sin embargo, yo no alcanc� a ser testigo de tan tr�gico suceso; otro mucho peor me aguardaba.
En una iglesia santiaguina que ya no existe, cercana a la laguna Car�n, nosotros goz�bamos de una existencia sosegada, dedicada al trabajo y a la adoraci�n de Dios. Cultiv�bamos todo tipo de hortalizas y frutales. Vacas y caballos pastaban en las riberas de la laguna, mientras gallinas, pavos, gansos y cerdos pululaban por centenares en nuestros inmensos corrales. De los excedentes de nuestra producci�n de alimentos perecibles, los que eran en extremo abundantes, hac�amos una sopa, la llamada sopa de los conventos, que era proporcionada a una multitud de mestizos ociosos que viv�an sin pagarle un peso a nadie. En aquellos comedores repletos de hambrientos holgazanes, mientras serv�a los platos, divis� a un pobre y asqueroso hombre, de aspecto enjuto y cansino, el que tos�a en forma desmesurada moco y sangre. Presa de un amor incontrolable por mi sano juicio, me acerqu� a su persona, abraz�ndola, y percib� en sus ojos el m�s horrible sufrimiento. Vi la silueta misma de la muerte en sus pupilas y, en un conato de tos, un escupitajo del mugriento anciano al interior de mi boquiabierto rostro se fue a depositar. Algo me anunciaba que de all� en adelante un horrible suplicio para m� comenzar�a. Minutos despu�s, el viejo mor�a en forma repentina.
Dos meses m�s tarde, mientras me encontraba con unos artesanos de origen germano analizando la forma de emprender un ambicioso proyecto vitivin�cola, un repentino desmayo me sorprendi�. Despert� en mi humilde lecho, rodeado de mis hermanos jesuitas, quienes se asombraron de mi profundo cambio exterior. A imagen y semejanza del repugnante viejo, mi rostro secretaba un hediondo y viscoso l�quido verde. Ceg�ndome por momentos, otro f�tido y burbujeante fluido amarillo sal�a por todos mis orificios corporales, enturbiando mi visi�n, silenciando mi boca, ensordeciendo a mis o�dos y ahogando a mis pulmones. Entre delirios me preguntaba qu� demonios me ocurr�a. Pero jam�s lo supe.
Lo �ltimo que recuerdo de aquella vida, por lo menos en cuanto se refiere a la presencia de luz, es la visi�n de mi mejor amigo proporcion�ndome la comuni�n de los enfermos. Luego de aquello, so�� cosas tan bellas e indescriptibles, que me pareci� no haber estado en mi cuerpo. Pero aquello me fue imposible de comprobar despu�s.
�C�mo me dol�a el cuerpo! Con algunos estertores, me despabil� para abrir los p�rpados. Al hacerlo, record� el encuentro con el anciano, el que a estas alturas me parec�a decisivo. Vi lo m�s oscuro que jam�s haya visto. Trat� de moverme, pero no pude. El duro lecho de roble, madera de la cual estaba manufacturada el f�retro, me caus� algunos hematomas tras el cr�neo. Al alzar la cabeza, choqu� con la superficie interna de la tapa. Esta peque�a actividad fue capaz de sofocarme, cans�ndome profundamente. Un olor a muerte rodeaba mi escaso entorno.
Utilizando la fuerza de mis b�ceps y de mis pectorales, intent� desplazar la cubierta del ata�d, agot�ndome en vano. Entendiendo mi desesperada situaci�n, grit� lo m�s fuerte que pude. Pero el fr�o m�rmol hizo rebotar a las fren�ticas ondas sonoras que proven�an de mi reseca garganta. Nadie me oy�, y quienes podr�an auxiliarme lloraban mi ausencia. Me acord� que, seguramente, arriba m�o habr�a otros f�retros, impidiendo de plano todo conato de escapatoria. Resignado ante mi inminente e infeliz fin, trat� de relajarme, conservar la calma y pensar en alguna dudosa salida de mi infeliz y eterno cautiverio.
Pasaron las horas y los d�as, y yo me mor�a de sed. S�lo un repugnante l�quido ca�a de arriba, tal vez proveniente del putrefacto cad�ver superior, y me vi obligado a consumirlo, cosa que no me cost� mucho porque goteaba en mi mejilla. Ese l�quido me estirar�a en algo mi tiempo de vida, contado �ste ya de antemano por la muerte. Al lado de mi mano izquierda una Biblia se hallaba, mientras que de mis bolsillos una caja de f�sforos se resbalaba. Sin dudarlo un momento, resolv� extinguir a aquella magra existencia que me toc� por mala suerte pasar. Extraje unas diez p�ginas de la historia de Israel, y con un ardiente f�sforo las hice resplandecer. Apenas comenz� la combusti�n, la amagu� y me dispuse a inhalar todo aquel amargo humo, el que, fruto de la combusti�n incompleta, era rico en mon�xido de carbono. Conocedor yo de las propiedades de tan letal gas, lo aspir� con fruici�n. Una vez acabada la vana hoguera, me estir� cuan largo soy y principi� a experimentar los primeros s�ntomas de la intoxicaci�n, similares a la borrachera, pero que se van intensificando a medida de que transcurr�an los segundos.
En medio de las nauseas y del mareo, trat� de reconstruir las circunstancias que me condujeron a tan desdichado destino. Seguramente luego de la comuni�n de los enfermos, entr� en un letargo tan profundo, el cual, ali�ado con mi p�trido aspecto, hizo creer a los jesuitas que mi muerte era tan tangible como mi ausente ser, y resolvieron enterrarme bajo la cruz, donde eran enterrados los jesuitas m�s j�venes. Para ello, y producto de una est�pida e inaudita decisi�n, sacaron todos los cajones para meterme al fondo del hoyo, poni�ndome despu�s decenas de ata�des sobre mi �ltimo lecho. Luego de realizada aquella labor, ellos tapiaron definitivamente aquel nicho, porque, si mi memoria no me enga�a, yo mismo hab�a verificado, pocos d�as antes de caer enfermo, la capacidad de todos los nichos del monasterio. Precisamente en el que yo estaba enterrado, el m�s profundo, atacaba una orden de tapiado, pero yo le suger� al padre superior que a�n cab�a otro m�s. �Cu�ndo ir�a yo a pensar siquiera que aquella cripta ser�a mi �ltimo destino? Mi triste sino todav�a no se ahogaba con el mon�xido, y segu�a recordando.
Ya adentro, resucit� unos d�as despu�s de mi entierro, y con aquel peque�o remedo de fogata, sumada a la acci�n de �sta mi propia respiraci�n y los fen�menos cadav�ricos de tipo aer�bico, el ox�geno no tard� en dejar de existir en medio de aquella oscura y l�brega hermeticidad, asfixi�ndome por causa de su ausencia. Hasta en aquello el destino quiso que mi muerte fuera larga y ag�nica: si los muertos de arriba hubiesen estado algo m�s descompuestos, el nicho entero habr�a estallado, volando en mil pedazos a mi carnea c�rcel y dejando a mi consciencia libre como el m�s puro de los gases. Mas, por y para mi desgracia, mi muerte a�n no se concretaba, hasta que sent� un sopor que me sumi� en un sue�o del que no despert� hasta que comenc� a patalear dentro de un viscoso y transparente l�quido. S�lo mis ojos respond�an a mi voluntad, y me pregunt�: �qu� hago aqu�? �Y el nicho... cu�l nicho? �De d�nde provengo? No lo recuerdo... Sent� como todos mis conocimientos se iban esfumando a medida que los recordaba. Ustedes pueden experimentarlo si les dicen un tel�fono, pero luego s�lo se acuerdan vagamente de un n�mero... �cu�l n�mero y qui�n me lo dio? Mientras m�s rememoraba, m�s olvidaba. Y en su lugar extra�as sensaciones audiovisuales y t�ctiles los rellenaban. Todo lo antiguo me era desconocido y s�lo trataba de comprender mis nuevas circunstancias, mi nueva realidad. Pero s�lo tres a�os m�s tarde comprender�a esto, y unos diecisiete a�os m�s tarde alcanzar�a el principio de la comprensi�n del todo. Y mucho m�s tarde, unos treinta y cinco a�os postreros, alcanzar�a la sabidur�a total, de esta y otras realidades porque, como siempre he dicho, todo es una proporci�n. Y as� como la muerte es ambivalente para quien la mire y aprecie, la vida no es sino su reflejo en un mundo compuesto de �tomos y materia, la que no es sino la irrealidad condensada.
�Qu� moraleja son vuestras personas capaces de extraer de mi desventurada experiencia? Yo creo que lo m�s l�gico es tomar algunas precauciones, por si acaso, haciendo presente en las consciencias de las personas que te rodean que, ante tu "muerte", sigan los siguientes pasos: m�s all� de la autopsia, la que deber�a ser obligatoria, hagan un tajo en un brazo del difunto; si realmente estuviese muerto, no sangrar�a en demas�a. Si estuviese catal�ptico, sangrar�a en modo tan fluido como si un vivo brazo se hiriese...
Si no le realizan la autopsia, depositen en el interior del ata�d cierta cantidad de comida y abundante agua, adem�s de ciertas herramientas y un equipo radiof�nico que sea capaz de establecer una comunicaci�n entre difunto y cuidador del cementerio. Pero saben qu� deber�a hacerse para evitar todos estos macabros sucesos: a semejanza de lo que se hac�a en Inglaterra, dentro del ata�d deber�a existir un dispositivo alimentado con corriente alterna, el cual, al activarse, har�a sonar una alarma en el computador del cementerio, indicando la ubicaci�n de tan t�trico llamado de ultratumba. Despu�s de eso, el resucitado apreciar�a su vida m�s que el placer.
Por eso, tomen las medidas del caso. No vaya a ser que les ocurra lo que a m�.

 
Relaci�n entre alma, cuerpo y genes.
PROPIEDAD DE JUAN CARLOS S. M. B.,
CUYO TEL�FONO ES IGUAL A OCHO AL CUADRADO MULTIPLICADO POR LA RA�Z C�BICA DE VEINTISIETE POR EL S�XTUPLE DE LA ANTERIOR, TODO ESTO MULTIPLICADO POR EL CUADRADO DE DOS POR LA RA�Z DE OCHENTA Y UNO.

He tomado la determinaci�n de poner en escrito mis ideas con respecto a parte de la fisiolog�a, evoluci�n y relaci�n entre la materia y la energ�a. Son las cinco de la madrugada y cincuenta y ocho minutos de un d�a lunes cinco de julio de mil novecientos noventa y ocho.
Mi reflexi�n acerca de nuestra existencia empez� en el verano del a�o pasado, donde pasaba madrugadas enteras pensando y escribiendo acerca de todos los temas imaginables. Trataba de interpretar la realidad sentida a trav�s de lo poco sensibles sentidos del soma humano. Ahora pongo a disposici�n de ustedes mi pensamiento traducido a letras. Antes que escriba algo, les transcribir� textualmente lo que redact� un caluroso y h�medo verano de 1997, encerrado en mi habitaci�n a cuarenta y tantos grados, durante alguna madrugada, cuando yo solo contaba con escasos quince a�os.

TRANSCRIPCI�N DEL MANUSCRITO ORIGINAL REDACTADO POR EL QUE AHORA OS RELATA.
"�Almas o consciencia ?

Es un misterio a�n la mayor�a de los asuntos que nos incumben. Uno de esos asuntos, aunque parezca incre�ble, son nuestras almas. � Realmente tendremos almas ?
Personalmente yo creo que el alma es nuestra consciencia. De all� se deduce el poder del individuo. Porque una de las facciones del tener una consciencia considerable, dici�ndolo materialmente, es un mayor n�mero de puntos de vista. Volviendo a lo del poder mental, un insecto lo posee en menor cantidad debido a que casi no posee consciencia. En realidad el poder mental es una parte de la consciencia. Y la consciencia es algo as� como la voluntad. Es el darse cuenta de las cosas, de que se est� vivo, y que esa vida hay que mantenerla. El instinto de supervivencia es com�n a todos los seres vivos ( que es su consciencia, el estar consciente de estar vivo y de no modificarlo ). Excepto esto �ltimo en circunstancias muy especiales. El suicidio de los lemings, s� y no. Porque al mismo tiempo que pierden el instinto de sobrevivir, la consciencia, es motivada por una consciencia superior. Y esa consciencia es la de los genes. Porque as�, al eliminarse ellos, su especie, sus genes, vive. Y ese es otro asunto que tratar� de aclarar.
Nosotros somos unos acoplados a algo. Nosotros somos la consciencia. Nosotros somos nosotros. Eso, aquello en que nos acoplamos, son los genes, y el adaptador es el soma o cuerpo.
Sucede que en el mundo biol�gico los que realmente viven en �l son los genes. Y nosotros somos los encargados de cuidar a los genes en los cuales nos acoplamos, b�sicamente, el instinto de supervivencia, y de cuidar a los encargados a otras consciencias (�Ups ! Si no queda claro lo que es consciencia, es todo lo que pensamos, sentimos. Son nuestras ideas). �Uf ! Se pone complicado... En fin, la consciencia, nosotros, estamos aqu� con una misi�n fundamental : cuidar los genes. Los genes est�n acoplados en el soma, y la consciencia de nosotros, nuestras almas, tambi�n. Los genes son eternos, y vienen del mismo tronco, de los genes de una c�lula originaria. Nosotros no somos eternos en el plano bio f�sico.
Otra cosa ; si hubiera que dividir la muerte y la vida, realmente para nosotros el no pensar, el no sentir, es estar muerto. Por eso nuestra acoplaci�n es constituir un solo ser :�espiritual, nosotros �f�sico, genes � medio o nexo, soma.
As�, un grupo de genes sin consciencia est� muerto. La consciencia es la vida, el cuerpo no. Porque la biolog�a no es una perfecci�n de la qu�mica y de la f�sica.
Entonces, hasta ahora, debe haber algo bien claro : a) nosotros y los genes no somos uno, y estamos juntos gracias a nuestro soma ; b) En el plano biol�gico, los genes son mortales y nosotros tambi�n.
Un ejemplo : en una c�lula, sus genes son los encargados de reproducir al soma que los alberga, perfeccion�ndolo para tener mayores oportunidades de sobrevivir al tener mayor consciencia ; el SOMA alberga a los genes y a la consciencia, y la conciencia cuida a esos genes y procura entregarlos bien. Por eso, a mayor perfeccionamiento del soma por parte de los genes, va a repercutir en una mejor consciencia que los albergar� y cuidar�. Por eso la consciencia de un humano no puede estar en un organismo unicelular, porque la consciencia, nosotros, dispone de ciertos requisitos que debe cumplir el soma. Asimismo, las consciencias evolucionan para poder aspirar a somas mejores, que les permitan actuar en el medio ambiente. No olvidemos que con el soma interactuamos con el medio ambiente.
Ej : la consciencia de un perro es una consciencia inferior a la del hombre, y por ello no puede aspirar a estar en el cuerpo o soma de hombre, porque matar�a al soma y a sus genes. Basta y sobra el soma de "perro". Si evoluciona (m�s adelante lo explicar�) podr� aspirar al soma llamado gorila o chimpanc�, y gracias al cerebro m�s evolucionado, podr� interactuar mejor con su medio. As� hasta el soma llamado hombre, en donde estar� m�s o menos c�modo. Hay situaciones especiales en que consciencias superiores deben descender a somas inferiores, sufriendo todo lo que tendr�an que sufrir. No es el caso de Jes�s, pues �l, a pesar de ocupar el soma de un hombre, pod�a hacer muchas cosas inimaginables. Cabe entonces preguntarse, �el soma llamado hombre, el que ocupamos, b�sicamente el sistema nervioso (el cerebro), puede mucho m�s ? Obviamente s�. Y nuestra consciencia es poderosa, pero nuestro soma y medio ambiente tienen una serie de barreras que hay que cruzar. Es como si la consciencia de un hombre fuera el agua dentro de una botella y el soma (su cerebro, b�sicamente) fuera el cuello y la boca. El cuello y la boca de nosotros es muy angosto. Pero se puede ensanchar. �C�mo ? Primero, hermandarnos...
No vale la pena que siga intentando explicarles algo inexplicable en estos niveles, sobre todo escribi�ndolo. Pero sepan que este conocimiento llegar� a ustedes, no evolucionando m�s, sino ahora. Es cosa de escucharse."
Acabo de leer lo que he escrito y voy a hacer un peque�o resumen.
CONSCIENCIA : somos nosotros. Son, en s�, nuestras ideas. Es lo que vemos, sentimos, sentamos, etc. Es nuestra capacidad de razonar, etc.
GENES : son aquellos que cuidamos, a eso venimos al mundo. Los genes de tu cuerpo t� debes cuidarlos, y los de tu pr�jimo.
SOMA : es la adaptaci�n.

(Nota : aqu� hay un dibujo, pero no lo puedo desarrollar aqu�)

El Soma y la Consciencia son proporcionales. A mayor perfecci�n fisiol�gica y evolutiva del soma, una consciencia mejor y m�s evolucionada que cuide los genes que lleva adentro.
Los GENES preoc�panse de evolucionar el soma, que los alberga para que una mejor, m�s "inteligente" consciencia tambi�n albergue ese soma para cuidarlos y cumplir su misi�n, y as� puedan los genes reproducirse y albergarse en somas mejores con consciencias m�s inteligentes que los cuiden, y as� sucesivamente.
Los genes no pueden vivir sin una consciencia que cuide del soma que los alberga.
No me contradigo, es que la consciencia cuida de su soma para que as� independientemente como producto secundario sus genes sigan viviendo.
Ej. : un perro huele el agua. Detecta algo extra�o. No la bebe. As� cuida su cuerpo (soma). Y as� cuida a los genes.
En fin, somos esclavos de los genes, pues tomaron como reh�n a nuestro cuerpo. Reflexi�nenlo."

REFLEXI�N DEL MISMO TEMA EL JUEVES 6 DE AGOSTO DE 1998.
Despu�s de dos a�os de profunda reflexi�n acerca del todo, mis ideas est�n m�s firmes y maduras. Y con respecto a nuestra raz�n de existir aqu� y ahora, primero debemos tener en claro los siguientes conceptos:
Consciencia: es an�logo al software de un computador. T� eres la consciencia, tu ser y estar, tu pensar y sentir, tu actuar y crear. La consciencia es el verbo.
Genes: es como el software que crea y configura al hardware para que �ste reciba al resto del software. Son trozos de ADN que se codifican sintetizando prote�nas, base estructural de nuestros cuerpos.
Cuerpos: es como el hardware de una computadora. Es el medio vivo, dise�ado y creado por el ADN o genes, para que cree o albergue a una consciencia que les permita interactuar, de una mejor forma, con el exterior y as� sobrevivir (al ADN).
Individuo: es como la computadora. Es la integraci�n absoluta y disoluble entre la consciencia y el cuerpo dise�ado y moldeado por el ADN.
FUNCIONES DE CADA PARTE.

Cuerpo: son �tomos y mol�culas (materia) organizados de tal forma por el ADN, que adquieren la propiedad de cobijar al ADN y permitirle a este reproducirse e interactuar con el medio ambiente en una forma segura. Si el cuerpo dise�ado por el ADN posee un sistema nervioso (o algo similar), es ya capaz de cobijar a una consciencia, la que le har� m�s f�cil la interactividad al ADN y as� sus posibilidades de duplicarse y traducirse en m�s prote�nas o incluso en otro cuerpo con m�s ADN. La consciencia es algo tan �til al ADN como la inteligencia artificial le es tan �til a una m�quina creada por el hombre.
Una cuerpo de mosca es capaz de albergar a una alma de humano. Pero el cuerpo de la mosca posee un sistema nervioso demasiado primitivo, por lo que el alma humana en un cuerpo de mosca se podr� expresar o actuar s�lo en la medida de lo posible. Es como si intent�semos cargar Windows 98 en una calculadora. Una consciencia f�sica (software, inteligencia artificial) est� limitada por dos factores: memoria y capacidad de traspaso de datos del hardware. Por eso ser� imposible cargar Windows 98 en una calculadora as� no m�s. Pero el alma o consciencia es una especie de software inmaterial, limitado en el plano de la materia s�lo por la capacidad de traspaso de datos del cuerpo que lo alberga, pero no por la memoria. Esto hace posible que cualquier alma se cobije en cualquier cuerpo. Esto es poco frecuente, pero es posible.
Teniendo en cuenta esto, si Dios existe, podr�a perfectamente albergarse en un cuerpo humano. Pero los poderes de un Dios encerrado en un cuerpo humano ser�n tan limitados como los tuyos o los m�os, debido a las deficiencias del cuerpo y del sistema nervioso, o de la materia. Eso puede decir que todos podemos ser dioses.
Consciencia: su misi�n fundamental es, en orden de prioridades, cuidar a:
1� ADN del cuerpo en que est� albergado.
2� ADN del cuerpo que alberga un ADN que posibilita al primero reproducir otro cuerpo con m�s ADN (la pareja sexual).
3� ADN de la especie a la cual pertenece el cuerpo que lo cobija a �l y al ADN.
4� ADN de las especies que le son �tiles al cuerpo que lo alberga.
5� Todos los tipos de ADN que crearon a todos los cuerpos.
6� El Todo.
Este orden de priorizaci�n es m�s marcado e indisoluble mientras m�s primitivo y limitado sea el cuerpo creado por el ADN. Este orden de priorizaci�n constituye lo que ustedes llaman "instinto de supervivencia". Este instinto de sobrevivencia es como el software "Setup" para el computador; sin �l no puede sobrevivir, por que es lo m�nimo que debe saber.
El instinto (o facultad) de supervivencia es la m�nima expresi�n de la consciencia, com�n a todos los seres vivos. Por ende, todos los seres vivos cobijan a una consciencia, cuya naturaleza podr�a ser id�ntica a la nuestra.
Acerca de la verdadera naturaleza de la consciencia, por el momento es imposible conocerla, ya que no sabemos m�s de ella m�s que por lo que puede manifestar a trav�s del cuerpo que lo cobija. Por eso hay gente que dice que el alma de un hombre es superior a la de un perro. Pero si el alma de un hombre se alberga en un cerebro de perro, �har� que el perro hable? No, porque no posee cuerdas vocales. �Har� que piense y que act�e como hombre? No, porque su sistema nervioso y su cuerpo se lo impiden. Entonces, �c�mo sabremos si el alma cobijada en el cuerpo del perro es inferior a la nuestra? Por ahora, nuestra tecnolog�a nos lo impide saberlo. Y al igual que como los astr�nomos lo hacen con las estrellas (conocerlas s�lo por las propiedades de la luz que emiten), nosotros conocemos de las consciencias s�lo lo que los cuerpos les permiten manifestar (sus actos).
Adem�s, hay otro asunto de dif�cil resoluci�n, y cuya respuesta podr�a alterar todo lo que yo y miles de pensadores han escrito y dicho. Ese problema es el siguiente: el alma, �es tambi�n una creaci�n del ADN para su propia supervivencia? Al estar los cuerpos (sistema nervioso) y las consciencias tan �ntimamente ligadas, es dif�cil dilucidarlo. Lo que pretendo decir, es que tal vez el alma o consciencia es una creaci�n del ADN, de propiedades temporales y f�sicas similares a la del cuerpo (mortal o inmortal, etc.).
ADN: es el que crea y dise�a el hardware, para que este cobije (o cree) a un software que aumente sus posibilidades reproductivas. Dise�a solo al cuerpo en la medida de lo posible. Si el cuerpo por ella dise�ado es inferior al creado por otros ADNs, morir� seg�n las leyes de selecci�n natural. Por eso sobrevive solo el ADN que es capaz de dise�ar y crear a un cuerpo competitivo. Y su cuerpo ser� competitivo en la medida de que sea lo menos limitante del alma que en ella se cobije.
Los ADNs que crearon cuerpos de sistemas nerviosos primitivos (m�s limitantes) como un insecto o una larva, tienen menor capacidad de sobrevivir y reproducirse frente a los ADNs que crearon y dise�aron a cuerpos que permiten que las almas se expresen con mayor espontaneidad (primates, sobre todo el humano).
Pero el ADN creador de un sistema org�nico (cuerpo; todos los sistemas (circulatorio, nervioso, respiratorio, etc.)) corre un riesgo al darles tantas facultades a un alma. Porque a mayor capacidad expresiva del alma (gracias al cuerpo) menor poder sobre s� del ADN. El ADN "conf�a" en nosotros para que lo reproduzcamos, oblig�ndonos a ello por medio del cuerpo (hambre, sed, fr�o, instinto sexual). Esto se ejemplifica claramente con el ser humano.
El cuerpo humano (no el "ser" humano) es el m�s evolucionado dentro de los cuerpos vivos (no "seres" vivos) que existen. Por ello, la consciencia por �l albergado (�o creado?) tiene mayores facultades, las que, convenientemente utilizadas por el ADN (mediante se�ales corp�reas como el hambre, sed, sexo, etc.) le garantizan a �ste una mayor posibilidad de reproducirse. Pero esto es una arma de doble filo, ya que el poder sobre el cuerpo (y sobre s�) disminuye al d�rselo al alma. As�, una consciencia cobijada en un cuerpo humano tendr� mayor capacidad de decisi�n que la albergada en un perro, al estar el alma de �ste con menores facultades.
Al poder expresarse m�s el alma, el control del ADN sobre ella disminuye, porque el alma, mientras m�s libre y espont�nea sea, menos obedecer� a las se�ales corp�reas que el cuerpo le env�e. Tendr� as� la voluntad de obedecerlas o no. Por ejemplo, el alma de un obeso est� bien amarrada y obediente al ADN, ya que a la primera se�al de apetito o hambre del cuerpo, acude voluntariamente a saciarse para guardar grasa y as� no morir por falta de energ�a. Pero puede engordar mucho al ser tan "inteligente" y procurarse tantos nutrientes. Un suicida es claramente un ejemplo de cuando el ADN pierde el control, ya que el cuerpo que lo cobijaba muri� por culpa de la deficiencia del alma, quien ignor� el instinto de supervivencia, e hizo que el ADN muriera si no se perpetu� antes mediante relaciones sexuales del cuerpo por �l creado. Y por causa de esa falta de control por parte del ADN, las almas, gracias a ellos cobijadas, albergadas en cuerpos humanos ahora tienen el poder de decidir el destino de todos los ADNs. En resumen, la vida est� en manos de la especie humana, y el ADN ya no puede hacer nada(�?)
Lo anterior es el polo negativo (para el ADN) de su "confianza" en nosotros, las almas. Pero esta confianza puede reportarle bastantes garant�as, como la posibilidad de un 100% de �xito en su reproducci�n, mediante la reducci�n de la posibilidad de mortandad de los cuerpos humanos antes de tener hijos y as� haber reproducido al ADN progenitor...

�Y PARA QU� TODA ESTA COMPLEJA INTER - RELACI�N? �QU� PODEMOS CONCLUIR DE TODO ELLO?
Al parecer, el fin �nico del ADN es perpetuarse, reproduci�ndose (creando cuerpos cobijadores de almas), para as� mutarse (para bien) y de esta forma reproducirse m�s exitosamente, mediante mejores cuerpos que permitan al alma expresarse en una forma cada vez m�s espont�nea, que le garanticen al ADN una factibilidad de perpetuidad. Recordemos que el ADN es s�lo materia, algo sin consciencia, una simple macromol�cula de �cido desoxirribonucleico (az�car, nitr�geno y f�sforo).
He all� la gran respuesta a la m�s grande duda de la Humanidad: �por qu� morimos?
La respuesta es simple. El ADN lo �nico que "quiere" es reproducirse. Para ello crea cuerpos cobijadores de almas, que lo permiten. Estos cuerpos, alguna vez asexuados, se transformaron en sexuados (por una mutaci�n), lo que permiti� que la cantidad de mutaciones se multiplicara. La importancia de la mutaci�n es que permite modificar al ADN, haci�ndolo sobreviviente y reproducible (si dise�a mejores cuerpos) o morir (si dise�a un cuerpo no competitivo).
Bien, ya sabemos que la mutaci�n es capaz de mejorar al ADN. Y la b�squeda de la mutaci�n hizo a nuestros cuerpos mortales. Esa fue la "estrategia" que us� el ADN para progresar, reproducirse adecuadamente. Podr�amos decir que el ADN de un cuerpo sexuado proviene de un ADN que se "arriesg�" a tomar el cambio, a pesar de que ese "riesgo" es relativo, ya que el ADN se halla en todos los cuerpos, buscando al cuerpo perfecto. Las mutaciones se hacen evidentes solo en el cuerpo (al ojo com�n). Lo que busca el ADN es el dise�o de un cuerpo que le garantice un 100% de posibilidades reproductivas (su b�squeda no ha acabado), y ello s�lo es posible mediante una mutaci�n, cuyos frutos se ver�n en el hecho de que si sobrevivi� o muri� ese ADN. As�, el ADN mutado imperfectamente generar� a un cuerpo que lo condenar� a la muerte, as� como puede acaecer lo contrario.
Para que las posibilidades de dise�ar un cuerpo 100% eficiente (visto seg�n el ADN) aumenten, la cantidad de mutaciones debe aumentar. Y para ello, la cantidad de reproducciones entre seres sexuados debe multiplicarse. Y para que ello ocurra, el cuerpo debe urgir al alma a ello, mediante hormonas, para as� reproducirse. Para el ADN, el hecho de que el cuerpo sexuado sea mortal es de radical importancia en casos de cuerpos como el humano, dotados de almas con alto poder de desici�n, porque as� las obliga a reproducir al ADN por ellos cuidado. La inmortalidad, unida a la mayor espontaneidad del alma, obstaculizar�a el af�n del ADN de reproducirse, o mejorar a trav�s de una posible mutaci�n para as� tener su perpetuidad asegurada. Por ello somos mortales.
Ahora bien, el hombre, �por qu� quiere ser inmortal? Yo quiero ser inmortal, y mi decisi�n no se halla influida en modo absoluto por mi ADN ni por mi cuerpo. Reproducir� a mi ADN, porque estoy albergado en un cuerpo que hace que yo goce con el sexo, haciendo que lo busque y as� reproducir a mi ADN, aumentando sus posibilidades de encontrar al cuerpo perfecto a trav�s de una mutaci�n. Pero la inmortalidad viene de la relativa libertad de la que goza mi alma; �ser� el miedo de �sta de morir junto al cuerpo? Yo, o mi alma, no s�lo soy capaz de reproducir al ADN, sino que adem�s soy capaz de desear y obtener la permanencia indefinida en este cuerpo. Precisamente en el desconocimiento m�o, o de mi alma, acerca de mi naturaleza, radica mi deseo de tener un cuerpo inmortal. Yo no s� si puedo existir sin un cuerpo que cobije. Por eso deseo la inmortalidad, y cuando tengamos el poder y ya hayamos solucionado los problemas, presupuestar� a la Cultura.
Me niego a ser algo desechable por el ADN. Quiero estar, aqu� y por siempre. Quiero ser. �Qu� pretendes, mezquino ADN?
Pero a lo mejor el ADN ya dise�� a un cuerpo potencialmente perfecto (100% reproducible): nosotros. Nos ha dado un sistema nervioso lo suficientemente desarrollado para modificar nosotros al ADN, y as� ahorrarle a �ste millones de a�os m�s de mutaciones. Somos potencialmente due�os de todo. Nuestro cuerpo est� lo suficientemente evolucionado para que nuestros caprichos se hagan realidad. Y si somos potencialmente due�os de todo lo que deseamos, la b�squeda del ADN ha conclu�do (�?).
Adem�s, el que mi cuerpo (y yo) seamos inmortales, no me va a hacer un asexuado. Las minas me van a seguir gustando igual que siempre. Y mi ADN podr� darse el lujo de seguir reproduci�ndose, a�n despu�s de que haya encontrado al "cuerpo perfecto". As� habr�a una simbiosis entre el alma y el ADN. El ADN le "dice" a mi alma: "te doy un cuerpo potencialmente inmortal si me perpetuas".
Si me han comprendido, podr�n ver las funciones de cada parte de este tr�o a los ojos de la consciencia: el ADN se ha mutado para encontrar el cuerpo perfecto para el alma, para que esta sea potencialmente inmortal. �Qu� tal? Ya basta de leer, y piensen ustedes por s� mismos. Les he revelado uno de las m�s grandes verdades del Universo: la raz�n de ser.
CONCLUSI�N.
El ADN busca perpetuidad. Para ello, debe crear a un cuerpo que sea potencialmente inmortal, el humano, teniendo que mutarse y probar una infinidad de veces. El cuerpo humano le garantiza, por su consciencia elevada, una perpetuidad 100% factible.
El alma, en el plano material, es mortal, y por ello desea cobijarse en un cuerpo que le permita ser m�s libre, y esto s�lo se lo puede proporcionar un cuerpo perfecto. �Para qu�? A lo mejor es porque aqu� se pasa m�s entretenido...
La raz�n primordial de todas estas razones me es desconocida(�?). Desc�branlo ustedes...

 
Sue�os...
SUE�OS
Son intrigantes, son misteriosos. Aqu� voy a hacer una lista con los sue�os que he tenido en los �ltimos instantes antes de Ahora : (seg�n un sue�o bochornoso que tuve con anterioridad, su significado era una "ambici�n desmedida")

Martes 4.6.96 : Tuve dos sue�os o dos escenas de un mismo sue�o. Ambas se ambientaron en mi colegio, los SSCC de Alameda.
En la primera escena, me encontraba en una sala que pude identificar como una que se ubica al lado norte de los camarines de los varones. Era una sala bastante grande, pero no recuerdo haber visto a ninguno de mis compa�eros. Es m�s ; hab�an ni�as. Entonces, yo estaba sentado adelante, en el segundo asiento desde la puerta hacia adentro. Entonces, cuando la muchacha del lado, de cabello obscuro y corto, iba a responder lo que la maestra le pregunt� ( que por raras casualidades era una actriz llamada Claudia Conserva, cuya participaci�n o intromisi�n en mi sue�o no puedo explicar, y que adem�s era profesora de f�sica), yo grit� fuerte e insolentemente �No !, y sal� de la sala. Me embargaba, en el acto, una sensaci�n de "aqu� no va a pasar nada".
Despu�s de que sal�, me empec� a sentir preocupado dentro de aquella extra�a calma que me serenaba. En todos los sue�os colegiales me embargaba el mismo sentimiento. Caminaba por el patio, de ma�ana, fr�o y desierto...
Luego de esta primera escena, no me acuerdo de lo que pas� y me ubiqu� en la sala en que este a�o voy (1996). Por si no la conocen, queda en los SSCC de Alameda 2062, y es la segunda de norte a sur en el lado este.
All� est�bamos la profesora de Qu�mica, un apestoso compa�ero llamado Tom�s Parker Cerda, mis compa�eros y yo. Rend�amos una prueba. Acaeci� que la maestra me empez� a soplar las respuestas. Y un compa�ero se di� cuenta de ello y le fue a reclamar a ella...
No me acuerdo m�s de aquella noche en la cuarta dimensi�n o pura imaginaci�n.

5.6.96 : fue bastante lo que so�� o es muy poco de lo que me acuerdo.
So�� que un amigo m�o me llamaba por tel�fono. Nada m�s. �Qu� est�pido, �no ? !
Interpretaci�n de los dos (o tres) sue�os anteriores.
Primero : su significado, y el de todos los sue�os en una escuela, es muy confuso. Pero en todos hay un factor com�n : el colegio.
Seg�n un diccionario de sue�os que poseo, una escuela equivale a "un llamado a considerar que la vida nos ense�a y los ejemplos que nos dan los dem�s". Empero, considero que estos sue�os (escuela) no representan mayor relevancia.
Segundo (amigo) : tiene una dif�cil interpretaci�n. Siento a ese amigo lejano en la realidad y en sue�os, lo que significa traici�n. Pero, �traici�n de qu� ? �De qui�n ? �De mi amigo o de otra persona ? La verdad es que no me interesa mayormente.

A�N NO TERMINADO...

 
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